LO MEJOR DE 2009: THE FAME MONSTER. Lady Gaga, un espectáculo total
Está bien. No es el mejor disco. Tampoco está dentro de los mejores dos o tres. Entonces, ¿Por qué ponerlo como lo mejor? Es sencillo ver que este es un asunto de trascendencia. Stefani Joanne Angelina Germanotta le devolvió a la música su poder de vender discos, imágenes y sonidos. De hecho, en los pasados VMAs se convirtió en la artista que más estatuillas ha ganado en una sola emisión con siete VMAs.
Lady Gaga le debe mucho a la declinación del poder de influencia del resto de las aspirantes a sucesoras de Madonna. Ni Britney con sus escándalos, ni Christina con su búsqueda en estilos demasiado diferentes entre sí ni las otras ocasionales litigantes estaban pisando fuerte en la música. Y de pronto, “Just Dance” (2008) suena mucho y su video, lleno de carrete, drogas y diversión (in [para muchos]) sana.
Pero hay un ingrediente extra. Fuera de los videoclips o de los escenarios, Stefani no asomaba la nariz, mientras que la Lady era cada vez más omnipresente. Si al comienzo se creyó que era un mero personaje, después se vio que era parte de todo, todo el tiempo, en todo lugar.
Lo clave es la noción de que Lady Gaga es un espectáculo 24/7 porque ello permite notar lo demandante de su acto. También esto denota que Stefani Germanotta eligió diferenciarse de esta forma y con ello le alcanza.
Esto hace fácil asimilar a Gaga con Sebastián Piñera: Vio un espacio abierto y no dudó en utilizarlo con toda propiedad. Britney, Christina, son como Joaquín Lavín porque con mucho camino recorrido no pudieron llegar tan rápido a un sitial de privilegio: en este momento, y por su concepto de espectáculo, Lady Gaga se ve como la más probable sucesora de Madonna, e incluso es comparada con Michael Jackson por su creatividad en materia de videos y puestas en escena.
¿Y lo musical? Destacamos The Fame Monster (Interscope) por sus intenciones claras. The Fame (Interscope, 2007) divagaba mucho, como lo dejan en relieve sus ¡17 tracks y 57 minutos de duración! En cambio, The Fame Monster sólo tiene 8 tracks, y en un disco de pop clásico y poco ambicioso en lo sonoro, eso es perfecto.
Todo parte con el megasingle del año pasado, “Bad Romance”, cuyo video ganó seis VMAs y que sumó más de mil millones de reproducciones en Youtube. Y no sólo se trata de pop pegajoso, sino que también de una composición en clave de pop que perfectamente es posible de pasar a un rock furioso o a la versión más acústica, tímida y tierna posible. Desde su sing-a-long inicial (“Rra ra ra ra maaa”) hasta su coro, “Bad Romance” es un single histórico que tiene claves del pop más clásico de Cindi Lauper o Madonna y que tiene un tratamiento musical más cercano a Justice o las mezclas del Dj alemán Deadmau5.
Después viene su punto más bajo. Lejos, “Alejandro” no es una canción novedosa, ni tampoco posee demasiados ganchos de los cuales agarrarse. Su única gracia es la repetición incesante de nombres latinos al estilo “Isla Bonita” pero con poca fuerza y nula progresión musical. Lady Gaga se olvida del in crescendo que caracteriza una obra cautivante, tratando de darle esos matices en un video difuso y diluido donde apenas se nota su mano con las provocadoras referencias a temas valóricos. Y nada más.
En cambio, “Speechless” muestra todo un nuevo camino en la obra de Lady Gaga, ya avisado en varias presentaciones acústicas, donde se acerca a matices del pop melódico de Elton John o Lionel Richie. Una canción romántica con arrojo y aplomo de parte de la intérprete norteamericana.
En “Telephone”, la colaboración con Beyonce suena extraña porque el personaje total de Lady Gaga tiene una presencia demasiado fuerte que obliga al resto a cambiar para acoplarse. Y Beyonce trata (sin éxito) de tener una actitud Gaga. Aunque, musicalmente, lo guarra de la canción la hace de todas formas irresistible.
Tal vez la canción más fuerte del disco, pese a no tener el arrastre de “Bad Romance”, es “Teeth” que se aleja de los arreglos clásicos de las canciones de pista de baile de Gaga. Esta canción es una marcha muy cachonda que no para de entregar energía y evocar carretes muy desenfrenados y sexuales. “Teeth” es el gran cierre de un álbum que es directo, no muy ambicioso musicalmente hablando, pero con una sed de comerse al mundo que no es más que la extensión (una de tantas) de su creadora, un ser que es siempre un espectáculo, le duela a quien le duela.
Menciones honrosas:
Merriweather Post Pavilion, Animal Collective (Domino): El sonido único de Animal Collective, marcado por la mezcla de sones étnicos y ritmos muy dispares entre sí, acercándose a lo que en su tiempo hizo My Bloody Valentine o Stone Roses en la administración del “ruido”, alcanza en este álbum su punto cúlmine. Si Strawberry Jam (Domino, 2007) era un gran álbum, Merriweather Post Pavilion se acerca a medio paso de la perfección. Botones de muestra: “My Girls”, “Daily Routine”, “Brother Sport”.
The Resistance, Muse (Warner): El trío británico mueve sus límites más allá de lo establecido en Black Holes And Revelations (Warner, 2006). Ahora la orquestación y la rítmica son más variadas. Imperdible la sinfonía en tres movimientos “Exogenesis” del final y los 90 segundos finales de “United States Of Eurasia (+ Collateral Damage)”, la canción más representativa del espíritu de novedad de The Resistance.
Album, Girls (True Panther): Christopher Owens creció al alero de una congregación religiosa (Children Of God) donde le estaba prohibido escuchar rock. Su venganza, perpetrada junto a su socio Chet «JR» White se llama Girls, un proyecto con amplias reminiscencias al rock más old school con Beach Boys y Kinks. Su disco debut Album es un imperdible gracias a singles inolvidables como “Lust For Life”, “Laura” o el sufrido surfer rock de “Hellhole Ratrace”.
Wolfgang Amadeus Phoenix, Phoenix (Glassnote/Loyauté): La joya de la fórmula del combo francés es una colección de canciones cuya rítmica y riffs de guitarra son más que característicos y cuya coherencia es clave para que este álbum se alce por sobre su antecesor, It’s Never Been Like That (Astralwerks, 2006). Singles destacados son “Lisztomania” y “1901”, pero por su complejidad y construcción impecable, “Love Like A Sunset” se roba la película.
No Line On The Horizon, U2 (Universal): Bono y los suyos son un clásico, pero siempre tratan de cambiar porque saben que tras casi tres décadas de carrera la reinvención es necesaria. Su No Line On The Horizon es un gran álbum que se caracteriza por sus composiciones complejas y llenas de elementos contextuales de producción. “Magnificent” y “Moment Of Surrender” constatan la excelencia de este álbum que no es perfecto sólo por la falta de actitud y coherencia con el resto del álbum de su primer sencillo, “Get On Your Boots”.