Archivo de 18 de octubre de 2010

LO MEJOR DE 2009: THE FAME MONSTER. Lady Gaga, un espectáculo total

Está bien. No es el mejor disco. Tampoco está dentro de los mejores dos o tres. Entonces, ¿Por qué ponerlo como lo mejor? Es sencillo ver que este es un asunto de trascendencia. Stefani Joanne Angelina Germanotta le devolvió a la música su poder de vender discos, imágenes y sonidos. De hecho, en los pasados VMAs se convirtió en la artista que más estatuillas ha ganado en una sola emisión con siete VMAs.

Lady Gaga le debe mucho a la declinación del poder de influencia del resto de las aspirantes a sucesoras de Madonna. Ni Britney con sus escándalos, ni Christina con su búsqueda en estilos demasiado diferentes entre sí ni las otras ocasionales litigantes estaban pisando fuerte en la música. Y de pronto, “Just Dance” (2008) suena mucho y su video, lleno de carrete, drogas y diversión (in [para muchos]) sana.

Pero hay un ingrediente extra. Fuera de los videoclips o de los escenarios, Stefani no asomaba la nariz, mientras que la Lady era cada vez más omnipresente. Si al comienzo se creyó que era un mero personaje, después se vio que era parte de todo, todo el tiempo, en todo lugar.

Lo clave es la noción de que Lady Gaga es un espectáculo 24/7 porque ello permite notar lo demandante de su acto. También esto denota que Stefani Germanotta eligió diferenciarse de esta forma y con ello le alcanza.

Esto hace fácil asimilar a Gaga con Sebastián Piñera: Vio un espacio abierto y no dudó en utilizarlo con toda propiedad. Britney, Christina, son como Joaquín Lavín porque con mucho camino recorrido no pudieron llegar tan rápido a un sitial de privilegio: en este momento, y por su concepto de espectáculo, Lady Gaga se ve como la más probable sucesora de Madonna, e incluso es comparada con Michael Jackson por su creatividad en materia de videos y puestas en escena.

¿Y lo musical? Destacamos The Fame Monster (Interscope) por sus intenciones claras. The Fame (Interscope, 2007) divagaba mucho, como lo dejan en relieve sus ¡17 tracks y 57 minutos de duración! En cambio, The Fame Monster sólo tiene 8 tracks, y en un disco de pop clásico y poco ambicioso en lo sonoro, eso es perfecto.

Todo parte con el megasingle del año pasado, “Bad Romance”, cuyo video ganó seis VMAs y que sumó más de mil millones de reproducciones en Youtube. Y no sólo se trata de pop pegajoso, sino que también de una composición en clave de pop que perfectamente es posible de pasar a un rock furioso o a la versión más acústica, tímida y tierna posible. Desde su sing-a-long inicial (“Rra ra ra ra maaa”) hasta su coro, “Bad Romance” es un single histórico que tiene claves del pop más clásico de Cindi Lauper o Madonna y que tiene un tratamiento musical más cercano a Justice o las mezclas del Dj alemán Deadmau5.

Después viene su punto más bajo. Lejos, “Alejandro” no es una canción novedosa, ni tampoco posee demasiados ganchos de los cuales agarrarse. Su única gracia es la repetición incesante de nombres latinos al estilo “Isla Bonita” pero con poca fuerza y nula progresión musical. Lady Gaga se olvida del in crescendo que caracteriza una obra cautivante, tratando de darle esos matices en un video difuso y diluido donde apenas se nota su mano con las provocadoras referencias a temas valóricos. Y nada más.

En cambio, “Speechless” muestra todo un nuevo camino en la obra de Lady Gaga, ya avisado en varias presentaciones acústicas, donde se acerca a matices del pop melódico de Elton John o Lionel Richie. Una canción romántica con arrojo y aplomo de parte de la intérprete norteamericana.

En “Telephone”, la colaboración con Beyonce suena extraña porque el personaje total de Lady Gaga tiene una presencia demasiado fuerte que obliga al resto a cambiar para acoplarse. Y Beyonce trata (sin éxito) de tener una actitud Gaga. Aunque, musicalmente, lo guarra de la canción la hace de todas formas irresistible.

Tal vez la canción más fuerte del disco, pese a no tener el arrastre de “Bad Romance”, es “Teeth” que se aleja de los arreglos clásicos de las canciones de pista de baile de Gaga. Esta canción es una marcha muy cachonda que no para de entregar energía y evocar carretes muy desenfrenados y sexuales. “Teeth” es el gran cierre de un álbum que es directo, no muy ambicioso musicalmente hablando, pero con una sed de comerse al mundo que no es más que la extensión (una de tantas) de su creadora, un ser que es siempre un espectáculo, le duela a quien le duela.

Menciones honrosas:

Merriweather Post Pavilion, Animal Collective (Domino): El sonido único de Animal Collective, marcado por la mezcla de sones étnicos y ritmos muy dispares entre sí, acercándose a lo que en su tiempo hizo My Bloody Valentine o Stone Roses en la administración del “ruido”, alcanza en este álbum su punto cúlmine. Si Strawberry Jam (Domino, 2007) era un gran álbum, Merriweather Post Pavilion se acerca a medio paso de la perfección. Botones de muestra: “My Girls”, “Daily Routine”, “Brother Sport”.

The Resistance, Muse (Warner): El trío británico mueve sus límites más allá de lo establecido en Black Holes And Revelations (Warner, 2006). Ahora la orquestación y la rítmica son más variadas. Imperdible la sinfonía en tres movimientos “Exogenesis” del final y los 90 segundos finales de “United States Of Eurasia (+ Collateral Damage)”, la canción más representativa del espíritu de novedad de The Resistance.

Album, Girls (True Panther): Christopher Owens creció al alero de una congregación religiosa (Children Of God) donde le estaba prohibido escuchar rock. Su venganza, perpetrada junto a su socio Chet «JR» White se llama Girls, un proyecto con amplias reminiscencias al rock más old school con Beach Boys y Kinks. Su disco debut Album es un imperdible gracias a singles inolvidables como “Lust For Life”, “Laura” o el sufrido surfer rock de “Hellhole Ratrace”.

Wolfgang Amadeus Phoenix, Phoenix (Glassnote/Loyauté): La joya de la fórmula del combo francés es una colección de canciones cuya rítmica y riffs de guitarra son más que característicos y cuya coherencia es clave para que este álbum se alce por sobre su antecesor, It’s Never Been Like That (Astralwerks, 2006). Singles destacados son “Lisztomania” y “1901”, pero por su complejidad y construcción impecable, “Love Like A Sunset” se roba la película.

No Line On The Horizon, U2 (Universal): Bono y los suyos son un clásico, pero siempre tratan de cambiar porque saben que tras casi tres décadas de carrera la reinvención es necesaria. Su No Line On The Horizon es un gran álbum que se caracteriza por sus composiciones complejas y llenas de elementos contextuales de producción. “Magnificent” y “Moment Of Surrender” constatan la excelencia de este álbum que no es perfecto sólo por la falta de actitud y coherencia con el resto del álbum de su primer sencillo, “Get On Your Boots”.

LO MEJOR DE 2008: LOS DE ATRÁS VIENEN CONMIGO. Calle 13 se vuelve mundial

Latinoamérica tiene un problema grave en materia musical: Es difícil que se pueda extender al mundo en su idioma original.  Y otro obstáculo: la producción es muy deficiente. Un disco histórico y mundial debe unir calidad y producción. Sólo dos lanzamientos de la década pasada logran hacer eso. Primero, Cuatro Caminos de Café Tacuba (MCA, 2003). Segundo, Los de Atrás Vienen Conmigo (Columbia).

Calle 13 es un grupo diferente. El dúo conformado por René “Residente” Pérez y Eduardo “Visitante” Cabra comenzaron en 2005 con un reggaetón ingenioso con su disco homónimo (Columbia, 2005) con singles tan exitosos como “Atrévete te te”, pero estaban para mayores cosas. Comenzaron a unir sonidos y hacerlos suyos. Su versatilidad se volvió llamativa en su segundo lanzamiento, Residente O Visitante (Sony-Bmg, 2007) donde se varió la paleta de sonidos.

Hay varias cosas llamativas de un grupo como Calle 13. Primero, la excelencia de la evolución de su música, sin considerar las letras. Muchas veces se cree que Calle 13 es único por la especial forma de frasear y rapear de René Pérez, pero es notable el trabajo de Eduardo Cabra detrás de las bases. Si en su primer disco se les tildó de reggaetoneros por este ítem. Ahora nadie podría encasillarlos tan fácilmente en esa categoría.

Un segundo punto trascendente es su búsqueda de la coherencia entre la composición y sus arreglos básicos de producción. El ejemplo más claro de esto es “La Perla”, tema dedicado a los barrios de Puerto Rico pero que tiene claros elementos del resto de Centroamérica. No por nada la colaboración de Rubén Blades se hace sentir. El bajo de este tema llena de Caribe las percusiones aparentemente sencillas detrás de un rapeo clásico de Residente. Un tema de siete minutos siempre es un desafío y Calle 13 sale más que airoso.

El tercer detalle es la variación en diferentes sonoridades. “Electro Movimiento” tien reminiscencias al mejor pop ochentero, pero con las letras fraseadas por Pérez que le dan ese toque Calle 13 a cualquier composición.

“No Hay Nadie Como Tú” es un temazo no por la colaboración de Café Tacuba (una de las mejores bandas del mundo dado su profesional estilo de producción), sino por la mezcla. No es una canción dominada por alguno de los dos grupos. Además, es un in crescendo tremendo que no hace más que derivar en un coro final largo que se hace del clímax exitoso y un gancho que deja en la lona con una sonrisa en la boca.

También hay inteligencia en rescatar la base de un sonido como el hip hop en “Que Lloren” o “Ven y Critícame”, pero siempre con esos detalles delicados, a veces casi imperceptibles, pero que convergen en grandes resultados para composiciones muy bien pensadas.

¿Por qué Calle 13, siendo tan latinoamericano, se escapa del amateurismo del resto de la música del subcontinente? Esto es porque eligen bien la forma de disponer sus fichas. No apuestan todo en una sola jugada. Siempre pareciera que hay una estrategia detrás de sus álbumes. Y esto se nota (más que en cualquier otro caso) en la música. Por eso Calle 13 gusta en todas las latitudes: porque su música es buena. Si a eso unimos las letras inteligentes, astutas y chistosas de siempre, está claro que el éxito está asegurado.

Los de Atrás Vienen Conmigo es un disco dedicado a los rechazados. La referencia no va hacia criticar de frente a los círculos de poder, sino que acudir en defensa de quienes no tienen la tribuna de la música para expresarse. Y eso también es un signo de crecimiento.

Calle 13 es mundial, con todas esas particularidades caribeñas que llenan su sonido. ¿Dónde está la diferencia? En que no por ser latinos tienen que ser excesivos o faltos de delicadeza. La crítica social despiadada también puede ser muy delicada.

 

Menciones honrosas:


Fleet Foxes, Fleet Foxes (Sub Pop): El sonido mágico y atemporal del grupo liderado por Robin Peckfold es innegablemente encantador. Su uso magistral de las voces y las armonías hace que esta sea la banda sonora perfecta de los cuentos más fantásticos y de sus paisajes más coloridos. Un sonido hermoso con una ejecución coherente y composiciones hipnotizantes.

Third, Portishead (Island/Mercury): 11 años después y al tercer disco, Portishead resucitó. El principio de la calidad por sobre la cantidad es regla en el conjunto de Bristol y su retorno no podía ser mejor, con un álbum donde en muchos paisajes suenan irreconocibles, pero absolutamente atrapantes. Más oscuros, experimentados y experimentadores, Barrow, Baggott, Utley y Gibbons llevan su misterio al tercer milenio.

Vampire Weekend, Vampire Weekend (XL): Debut explosivo pero de buen gusto. El cuarteto estadounidense irrumpió fuerte con su disco homónimo lleno de guiños al sonido africano con percusiones muy particulares, y una administración sonora donde el teclado de Rostam Batmanglij y la guitarra del vocalista Ezra Koenig toman el protagonismo sin llegar a ser duros. Puro ritmo y actitud que no se quedaría detenido en su debut.